"PREJUICIOS QUE EN NUESTRO PAIS INDUCEN A LA INGESTION DE BEBIDAS
ALCOHOLICAS"
(Tomar alcohol es signo de hombría) Es frecuente el espectáculo de algún grupo de adolescentes en torno a una mesa atestada de botellas de cerveza, que ocultan cuidadosamente la náusea o el vómito para evitar el epíteto de "poco hombre". Fácil es mostrar cuán inconsciente es la creencia en verdad. En verdad, es el individuo poco hombre, débil, enfermo, temeroso, cobarde, frustrado, que necesita beber para estimular sus energías y sentirse fuerte. El alcohol aumenta la capacidad del trabajo físico Prejuicio éste, difundido entre los obreros. Es cierto que tras la ingestión sobreviene un corto período de excitación, pero rápidamente también ocurre la fatiga. En íntima relación con el anterior, está el prejuicio común del futbolista, atleta o gimnasta: "CIERTA INGESTION DE LICOR AUMENTA LA AGILIDAD Y POTENCIA DE MOVIMIENTOS". El error es obvio; está probado que el licor altera la coordinación y finura de los movimientos. El licor combate el frío Ilusoria opinión es ésta; fundada en la dilatación de los capilares de la piel. En realidad, esta afluencia de sangre aumenta la pérdida de calor por irradiación, fenómeno que se tornará más intenso cuanto más frío sea el ambiente. El alcohol es alimento Es cierto que el alcohol que se quema en el organismo proporciona calorías, pero ningún higienista considera esta sustancia un auténtico alimento, dados sus efectos tóxicos y la carencia de elementos esenciales para formar nuevas células.
La cerveza y el vino estimulan la secreción de las glándulas mamarias Sabemos que el líquido para aumentar la producción láctea y robustecer a la madre, es precisamente la leche. El alcohol favorece la digestión Pequeñas dosis excitan la secreción del jugo gástrico, pero no en mayor proporción ni con mayor eficacia que los alimentos. Una concentración Una concentración de 5 a 10% de alcohol retrasa la digestión y si es mayor producirá irritación de la mucosa. El alcohol aumenta la cantidad y la calidad del trabajo intelectual La verdad es que entorpece el juicio y principalmente el orden moral, consecuencia grave dada la función judicativa de actividad medular del razonamiento y la inteligencia. Debilita la atención, aumentando los errores perceptivos y alargando los tiempos de reacción. Por último, en la memoria disminuye la capacidad de fijar y evocar los recuerdos. La ingestión de alcohol fortalece la voluntad Estructura compleja de alta jerarquía, la voluntad actúa siempre que el individuo perplejo ante dos o más deseos, se decide por el de mayor importancia social. No ocurre así en el alcohólico, incapacitado para sobreponerse a la apetencia que lo domina o para dar preferencia a las valoraciones ético sociales. El alcohol es fuente de alegría La intoxicación alcohólica produce una inicial acción euforizante y libera las emociones inherentes al temperamento, imprimiendo a cada bebedor un matiz peculiar. El licor aumenta la amistad La verdad suele ser muy distinta. El aflojamiento de las inhibiciones
y el debilitamiento del juicio (que sigue a una ingestión excesiva)
despiertan violencia, resentimiento, desconfianza, envidia, etc., sobreviniendo
disputas y agresiones. La intoxicación alcohólica debilita
y destruye con frecuencia los rasgos más nobles del carácter
social. Estos prejuicios y otros considerados como contenidos programáticos,
deberán ser seleccionados, graduados y correlacionados a criterio
del maestro, quien necesitará para esto auscultar las condiciones
socio-culturales que conforman el ambiente escolar.
"Farmacológicamente el alcohol puede clasificarse como un anestésico y también como un narcótico. En pequeñas dosis tiene efecto calmante o sedante, en dosis mayores efecto analgésico o calmante del dolor, y en dosis aún mayores, efecto hipnótico narcótico o soporífero. Los efectos del alcohol sobre el cerebro y las células nerviosas y, por consiguiente, en la conducta humana, son similares a los del cloroformo o el éter. En pequeñas cantidades el alcohol es un depresivo suave y en cantidades mayores un anestésico. La acción intoxicante del alcohol afecta primero el cerebro ya que el cerebro es sumamente sensitivo aún a muy pequeñas concentraciones de alcohol. Una concentración suficientemente alta crea un medio en las células cerebrales y alrededor de ellas que perturba su funcionamiento normal. Los disturbios resultantes se perciben a través de la actividad de los órganos controlados por el cerebro, no en los tejidos del cuerpo propiamente dichos. Por ejemplo, la marcha vacilante y el habla confusa del ebrio es resultado indirecto de la acción del alcohol en el sistema nervioso. El alcohol, en las concentraciones presentes en la sangre, no causa daños físicos al cerebro: las células no se destruyen, disuelven, no se perjudican o deshidratan, aunque se beba una gran cantidad de alcohol". "El alcohol actúa como un anestésico tan pronto como es llevado por el torrente sanguíneo hasta el cerebro. A partir de este momento, la persona se ve afectada ya que el alcohol comienza a ejercer su efecto represor del sistema nervioso central. El grado en que esa persona se ve afectada depende de la concentración de alcohol en su sangre. Por consiguiente, un factor que determina el efecto del alcohol es el peso de la persona. Unos 30 cc (b) de alcohol distribuidos en el cuerpo de una persona de 45 kg (c) dará como resultado una concentración sanguínea de alcohol de 0, 06%. Dicho de otro modo, el 0, 06% de su sangre es alcohol. Llamamos a esto, nivel sanguíneo de alcohol. La misma cantidad de alcohol en una persona de 90 kg (d) dará como resultado un nivel sanguíneo de alcohol de 0, 03% debido a que tal persona tiene cerca del doble de líquidos orgánicos con que diluir esos 30 cc de alcohol. Esto quiere decir que la persona de 90 kg habrá de consumir 60 cc (e) de alcohol para conseguir el mismo efecto que la persona de 45 kg alcanza con 30 cc. Otro asunto importante que hay que considerar es que el grado en que una persona se ve afectada no siempre se refleja en su conducta. En su aspecto externo, las personas reaccionan al alcohol de distinta manera. Algunos se dejan ir, por así decirlo, después de 1 ó 2 tragos, en tanto que otros, o la misma persona, a veces pueden consumir cantidades mayores sin que los efectos se noten. Esto se debe a que una persona puede aprender a dominar las manifestaciones de su conducta después de beber, si prepara su mente para ello. Esto es un interesante fenómeno conocido como tolerancia psicológica, de la cual se hablará luego. Lo que queremos hacer notar por ahora es que no hay manera de asegurar por las manifestaciones de la conducta de una persona, cuánto alcohol ha bebido o qué grado de anestesia a llegado a su cerebro. Una de las peculiaridades del alcohol, como de cualquier otro anestésico, es que no todos los centros nerviosos del cerebro que ven afectados a un mismo nivel sanguíneo de alcohol. Algunos centros nerviosos son más resistentes que otros. Los que regulan los procesos involuntarios tales como la respiración, son los últimos que se afectan. Los primeros que se afectan son aquellos centros que controlan funciones superiores aprendidas. Entre ellas las inhibiciones y el juicio. Inhibiciones Las inhibiciones son restricciones que el ser humano desarrolla. No hemos nacido con ellas... Las aprendemos para decir o hacer o no decir o hacer ciertas cosas debido a que nos importa lo que nuestros padres o nuestros amigos piensen de nosotros. También aprendemos que hay cosas que no decimos o hacemos porque son injustas. Con el tiempo, o por medio de la práctica de tales restricciones una y otra vez por años, terminan por ser parte normal y establecida de nuestra conducta. Cuanto más fijas se hagan esas inhibiciones, más automáticas son y menos se ven afectadas por el alcohol. Cuanto más joven es una persona, menos fijas se encuentran esas inhibiciones y más rápidamente se liberan por el alcohol. No todas las personas se reprimen de igual forma; ni todos aceptan siempre tales restricciones. Puede ser que estén excesivamente pendientes de lo que otros piensen o digan de ellos hasta el punto de que se sientan incómodos en presencia de otros; o quizá sean incapaces de hacer cosas que le gustaría hacer. En el caso de tales personas, el alcohol tiene un efecto agradable. Alejadas sus inhibiciones, comienza a no importarles lo que otros piensen de ellos. Se sienten más a gusto, hablan con más libertad, se vuelven más activos. Dan la impresión de estar estimulados a causa de que los frenos han desaparecido... Por esta razón, hay muchos que piensan que el alcohol tiene un efecto beneficioso en una reunión social. Hace que la gente se "afloje" la hace más amistosa y que se sienta bien en presencia de otros, más tolerante, menos criticona de sí misma y de los demás". "El hombre normal bebe para avivar el placer y el entusiasmo, para intensificarse, para relacionarse con la gente, para comunicarse, para experimentar gozo, para soltarse, para ser sociable... De modo que, al parecer, el atractivo del alcohol no está en el ansia de beberlo ni en su sabor. Lo que hace es relajarlo a usted; lo libra por un rato de su regañona conciencia y lo ayuda a ver el mundo en forma más optimista; le aviva su placer y lo hace sentirse bien...". Control muscular "Puesto que todos los movimientos voluntarios son regulados por el cerebro; cualquier alteración en la eficiencia cerebral se refleja en la coordinación muscular. No hay ninguna prueba de que el alcohol en cualquier cantidad, poca o mucha, aumenta la eficiencia muscular... Es importante entender cuatro hechos independientes acerca de los efectos de pequeñas cantidades de alcohol en tareas que implican destrezas motoras o manuales, así como en el juicio y la discriminación. Primero, el efecto depresivo en la buena ejecución de destreza es más complicada. Por ejemplo, la habilidad para conducir un automóvil se afecta mucho más que la habilidad para abrir una puerta... Segundo, el efecto depresivo en una tarea compleja pero familiar usualmente es menor que en una más simple pero desacostumbrada... Tercero, cualquiera que sea el efecto que se dé, con frecuencia es menos depresivo para personas acostumbradas a beber que para aquellas no acostumbradas... Cuarto, el grado en que la eficiencia se reduce tiene alguna relación con la capacidad de autodominio que el individuo posee, así como la cantidad de alcohol en su cerebro. El hombre que tiene mucho más autodominio es capaz de conservar buena parte de él después de uno o dos tragos... Lo fundamental es que el alcohol (aumenta o) crea una sensación de bienestar que el hombre común (puede llevar)... a la presunción, a un ego elevado y a un gusto por correr riesgos. En el individuo tenso o ansioso, no obstante, el alcohol puede sencillamente aumentar la confianza a un nivel normal. Esto explica por qué en algunos casos la actividad social y ocupacional puede parecer mejorada después de beber". Efectos progresivos del alcohol en la conducta "La depresión de los centros nerviosos que regulan las inhibiciones y la de los centros del juicio, comienza ligeramente cuando el nivel sanguíneo del alcohol llega a 0, 02%, que para una persona de peso promedio requiere la ingestión de unos 15 cc de alcohol (a). Esta es la cantidad que tiene comúnmente una cerveza, un trago de whisky o un vaso de vino. Cuanto más alcohol entra en la sangre de una persona, no sólo se produce la depresión paulatina de estas funciones, sino que también se afectan su coordinación y su capacidad de reacción. Un nivel sanguíneo de alcohol de 0, 04% comienza a producir una sensación de relajación, una mengua en la ejecución de destrezas complejas y una disminución en la capacidad para responder y desempeñarse. En este estado, una persona puede considerarse mejor dispuesta y hasta más capaz que lo usual, aún cuando se ha producido una desmejora en su tiempo de reacción, su juicio y su capacidad de responder a los imprevistos. De este modo, mientras su capacidad real de desempeñarse disminuye, aumenta su confianza en tal capacidad... a medida que el nivel sanguíneo de alcohol llega a 0, 10% el bebedor promedio se percata de que su audición, habla y visión se afectan. Esto requiere unos cinco tragos, cada uno con un contenido de unos 15 cc (b) de alcohol /5 veces 0,02%=0,10%). Después de unos ocho tragos de 15 cc (de alcohol en cada uno) el nivel sanguíneo de alcohol de la persona promedio habrá alcanzado 0,16% (8 veces 0,02%) y a esta altura tendrá dificultad para caminar o estar de pie. Con un nivel sanguíneo de alcohol de 0,40% la persona promedio perderá la conciencia. Tienen unos 300 cc (c) (20 veces 0,02%=0,40%) de alcohol en los tejidos de su cuerpo. Sus facultades están paralizadas a excepción de las funciones involuntarias de respiración y pulsaciones del corazón. Afortunadamente, ya no está en condiciones de seguir bebiendo. Permanecerá en coma hasta que el organismo haya eliminado suficiente cantidad de alcohol como para que los centros nerviosos que regulan la conciencia comiencen de nuevo a funcionar. Esto es lo que comúnmente se llama "dormir la mona", que más de un borracho ha pasado en la celda. Pocas personas se dan cuenta que un bebedor (en coma) está en peligro de muerte. Que muchos mueren en estado de coma por una de dos razones. Supóngase que el bebedor en el momento de perder la conciencia tiene unos 90 cc (d) de alcohol sin absorber en su estómago. La absorción, que continua aunque la persona esté inconsciente, puede elevar el nivel sanguíneo de alcohol hasta el punto fatal 0,50% a 0,60% (26 X 0,02%=0,52%). Esto es suficiente para paralizar su respiración. Una segunda (y más posible) razón de muerte en estado de coma es el vómito, que puede ocasionar un choque a la persona inconsciente. Por estos motivos, a un bebedor en coma nunca debería dejársele sin atención, como sucede con frecuencia en la celda, la habitación o el automóvil. Necesita atención médica en un hospital. Los efectos progresivos que hemos discutido están basados en
una persona de peso promedio (unos 68 kg) (e). Para una persona de 45 kg
(f) la cantidad de alcohol necesaria para que se produzcan tales alteraciones
es considerablemente menor".
Concentración alcohólica en el organismo o alcoholemia La concentración sanguínea de alcohol, nivel sanguíneo de alcohol o alcoholemia, se determina por uno o dos sistemas. Puede expresarse en porcentaje de alcohol en 100 centímetros cúbicos de sangre. Para convertir el porcentaje de alcohol en 100 cc de sangre o miligramos de alcohol en 100 cc de sangre se multiplica por 1000; para convertir miligramos de alcohol en 100 cc de sangre a porcentaje de alcohol en 100 cc de sangre, se divide por 1000. Así, un nivel sanguíneo de alcohol de 0,12% es lo mismo que una alcoholemia de 120 miligramos. Aunque la cantidad de alcohol en las bebidas alcohólicas varía de 4 a 50%, la proporción de alcohol sanguíneo no llega más allá de un 0,5% a lo sumo. La razón es que la mayor parte de las bebidas se diluyen con hielo, jugos de frutas y otras bebidas livianas. El aumento de los jugos estomacales reduce a un 10% o menos, el contenido alcohólico aunque se tome licor puro con 50% de alcohol. Conforme se produce la absorción del alcohol en el organismo, ése se disuelve más en la sangre y en otros líquidos corporales. Se ha notado que las reacciones varían mucho en los individuos que toman bebidas alcohólicas. Esto se debe a que los efectos dependen de varias condiciones, tales como la edad, el grado de madurez emocional o la experiencia con la bebida, la salud, la disposición anímica y la actitud hacia las bebidas. No obstante, en cierto grado estos efectos pueden medirse en forma científica. Varias experiencias han demostrado con claridad que en algunos sujetos pueden presentarse síntomas de embriaguez, aún cuando el nivel sanguíneo de alcohol sea bajo. En general, la relación entre el nivel sanguíneo de alcohol y los efectos es variable, dependiendo de la mayor o menor susceptibilidad del individuo al alcohol. Facturas que influyen en la conducta de quienes beben He aquí unos pocos ejemplos de la influencia que pueden tener los factores psicológicos en una persona cuando bebe. La circunstancia A menudo regulamos sin pensar nuestra conducta cuando bebemos, dependiendo de dónde estemos y con quién. Un hombre joven de negocios, que cena con un amigo, puede sentirse ligeramente alegre después de un trago. Pero cuando cena con su jefe la noche siguiente, un trago parece no afectarle del todo; ejerce un mayor dominio de su conducta. Su estado de ánimo Las emociones de una persona pueden afectar su manera de beber. Cuando se siente a gusto, cómoda, puede dejar de beber tan pronto como siente el efecto relajante de un trago. Pero en otra ocasión, estando tensa o irritada, puede sentirse impulsada a seguir bebiendo hasta que su mente deja de preocuparse de sus problemas. Los motivos por los que una persona bebe pueden también, de hecho, afectar sus reacciones al alcohol. Uno que bebe como excusa para hacer alboroto puede inconsciente exagerar el efecto que el alcohol ejerce sobre él. Y uno que se jacta de aguantar mucho a beber puede lograr, al comienzo, ocultar los efectos del alcohol, hasta que bebe tanto que se encuentra con que está ebrio. Sus actitudes La manera como una persona piensa acerca del uso del alcohol depende mucho de las actitudes que adquiera durante su desarrollo. Por ejemplo, sus padres sirven a veces unos tragos cuando llegan de repente amigos, puede ver la bebida como algo ocasional, unido a una actividad social, y cuyo uso debe ser moderado. En cambio, uno que oye a sus padres decir que "necesitan un trago" cuando tienen problemas, puede comenzar a ver la bebida como algo necesario siempre que enfrente un problema serio. Su experiencia en la bebida La persona acostumbrada al alcohol percibe claramente cuando éste comienza a desmejorar su juicio y coordinación. Ciertas reacciones le advierten cuándo debe parar de tomar, y ha aprendido también algunos modos de regular su conducta. El bebedor inexperto carece de una clara noción de cómo reacciona él al alcohol y tampoco ha aprendido a manejar sus reacciones. En efecto, puesto que espera que el alcohol se le suba a la cabeza, puede adrede dominarse menos. Por otro lado, no sabe cuándo parar y así probablemente beba más de lo que pueda aguantar". "Desarrollo de tolerancia al alcohol" Hay muchos que creen que un bebedor puede con la práctica, desarrollar tolerancia o resistencia al alcohol, de modo que no se verá afectado tanto por la bebida como el bebedor bisoño. Señalan el hecho de que los bebedores experimentados desarrollan la capacidad de "aguantar mucho a beber" sin manifestaciones visibles de los efectos del alcohol. Ya que existen muchos conceptos equivocados en torno a esto, es necesario que examinemos más detalladamente qué es lo que se entiende realmente por tolerancia. Hay dos clases de tolerancia, que externamente parecen lo mismo, pero que son de hecho muy diferentes. Tolerancia histológica Hay pruebas de que la ingestión dilatada y diaria de alcohol (es decir, tomar grandes cantidades todos los días) es capaz de desarrollar un cierto grado de lo que se denomina resistencia histológica. Los centros nerviosos, en un desesperado intento por mantener el equilibrio del funcionamiento orgánico tratan de restablecerse de los efectos depresivos de la droga. Cuanto más tratan de restablecerse, mayor cantidad de alcohol se debe consumir para lograr el mismo efecto. De este modo, una persona puede desarrollar, hasta cierto punto, una resistencia en su sistema nervioso que lo capacita para compensar el efecto depresivo del alcohol. En este sentido, podrá manejar mejor sus facultades que un bebedor novato con el mismo nivel sanguíneo de alcohol. En todo caso, tal tolerancia histológica se desarrolla sólo como desarrolla sólo como resultado de una bebida dilatada y diaria en cantidad mayor que lo normal. El bebedor promedio no desarrolla tal tolerancia en grado significativo. Tolerancia psicológica Hay otro tipo de tolerancia que todos los bebedores pueden desarrollar. Se denomina tolerancia psicológica. Es un aprendizaje, no un cambio en el funcionamiento de los centros nerviosos como sucede en la tolerancia Istológica. El bebedor aprende a compensar los efectos del alcohol de manera muy parecida a como un marino aprende a caminar por la cubierta de un barco en movimiento. Ha aprendido cómo proceder, tanto que si las circunstancias lo requiere, regula su conducta y su desempeño en conformidad con la ocasión. Haciendo esfuerzo puede caminar en línea recta, aún cuando su nivel sanguíneo de alcohol ha alcanzado tal punto que su coordinación está seriamente desmejorada. Aún cuando ya no ve bien, rara vez tropieza con un objeto, debido a que ha aprendido a tener la precaución de alargar la mano al frente. Es esta tolerancia psicológica lo que hace pensar equivocadamente a la gente que un bebedor no está embriagado cuando en realidad sí lo está. Así se explica también por qué la simple observación no basta para determinar al grado en que el alcohol ha afectado las facultades de un bebedor. El hecho de que luzca y actúe como si no estuviese ebrio, no significa que se pueda desempeñar más hábilmente que el bebedor bisoño que se muestra embriagado.
Accidentes de tránsito "Algunos conductores afirman que saben guiar mejor después de haberse tomado dos o tres copitas. Pero se ha comprobado que esto es una manifiesta tontería. Unicamente creen poder guiar mejor porque el alcohol elimina el entendimiento y paraliza la autocrítica, por cuya razón al que está un poco alegre, le parecen muy chistosas aún sus propias chispas de humor". Recientemente se hizo una experiencia en Toronto, Canadá. Allí se examinó rigurosamente a 919 conductores que se habían visto enredados en graves accidentes de tráfico de whisky" así rezan las más recientes disposiciones de tráfico de Nueva Zelandia y se determinó con toda minuciosidad el tanto de culpa atribuible a defectos de mecanismo y peligrosidad de los lugares y el correspondiente a la conducción defectuosa. En efecto se pudo comprobar, que un 0,03% de alcohol en la sangre era suficiente para producir los accidentes de circulación lo que equivale a un solo vaso de cerveza o a una copita de licor. ¿Cómo consigue el alcohol este efecto?
"Entre 1961 y 1965 el rubro accidentes ha ocupado el séptimo lugar en las defunciones generales del país, pasando de 4,9% del total de defunciones de Costa Rica en 1961 a 5,6% en 1965. La tasa en general para el país en defunciones accidentales se encontró entre 3 y 4 muertes por cada cien mil habitantes en el período comprendido entre 1961 y 1966... "Los accidentes de la circulación totalizaron un 24,0% del total de aquellas defunciones... En cuanto a accidentes de tránsito por ebriedad en una serie de años que va de 1961 a 1965, la tendencia aumenta, ya que, respectivamente, hay tasas de 24, 34 a 26,25 accidentes por ebriedad por 100.000 habitantes. Atropello, choque y conducción en estado de ebriedad muestran una tendencia notablemente creciente en los años de 1966 y 1970. Dentro de las infracciones de tránsito en relación con la ebriedad, la más importante de ellas es el manejo de vehículos en estado de ebriedad; se siguen en importancia atropello y choque en el mismo estado. Mientras en 1966 la provincia de San José tuvo 18,7 infracciones por conducir en estado de ebriedad por cada 100.000 habitantes, ese mismo fenómeno en 1970 se expresó en una tasa similar que alcanzó a 29,5 infracciones por conducir en estado de ebriedad, puede agregarse que la mayoría de las provincias participan en una tendencia creciente en infracciones de tránsito por ebriedad..." |